CON LOS CABALLOS AL AGUA DEL ARAGÓN

Una luna llena, gorda y brillante, pone el bucle final a la segunda semana de nuestros campamentos hípicos, aquí en este rinconcito del Pirineo aragonés. El relincho de los caballos, nerviosos por el trasiego de los niños con sus juegos nocturnos puntúa una noche extramadamente cálida. La ola de calor ha sido la protagonista de esta segunda semana que se acaba ya, atropellando la anterior y alejándose a galope tendido. El tiempo vuela. Unos marchan con los ojos llorosos y la promesa de regresar el verano próximo. Otros llegan, llenos de energía e ilusionados con los días por venir, con el reencuentro de los amigos de otros años, con los caballos cuyos nombres no han olvidado.

El río Aragón que surca el centro hípico ha sido nuestro bálsamo en estos días de extremado calor. En sus aguas cantarinas y fresquísimas nos hemos bañado con los caballos, con Leia, con Pride, con Volga.

Veronika y Gemma

Tan sólo la perdida de nuestra querida Lilí -aún confiamos en que regrese, que en cualquier momento oigamos su ladrido ronco y perezoso de mastín del Pirineo- ha enturbiado estos días dedicados a los caballos, a aprender, perfeccionar, conseguir comunicarnos mejor.

Yoga y caballos  Los jóvenes llegados desde Estados Unidos, Rusia, Guayana,    Inglaterra, Francia, Suiza, España, entremezclan sus hablares,  aprendiendo todos de todos, compartiendo el lenguaje del caballo.  Han tenido que estudiar español, inglés y francés, pero un fantástico equipo de profesores han sabido acompasar el esfuerzo con el placer. A base de guitarra, de música, de teatro. Nadie se queja. Claro que todos prefieren el momento de ponerse las botas, enfundarse las polainas, atravesar corriendo el puentecillo sobre el Aragón que nos lleva hasta las cuadras.

Calesa     Y allí, además de los caballos, nos esperan siempre para darnos la         bienvenida Panchi, Poncho y Coca y …esperamos que pronto              también, Lilí.

 

 

 

Horse ball
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